➽ Una primera parte del libro trata sobre el clima en la historia. Son tres capítulos dedicados a etapas cruciales de la historia humana en su dependencia del clima; el origen y la evolución de la especie; el comienzo de las civilizaciones y el gran cambio cultural, tecnológico, económico y político global iniciado en Europa en el siglo XV.
Se describen estos procesos determinantes del curso de la historia humana y no los innumerables hechos climáticos que pudieron haber tenido alguna influencia política, social o militar pero que en muchos casos han terminado siendo irrelevantes con el transcurso del tiempo y a los que en consecuencia se los puede considerar parte de la espuma de la historia.
En las presentes circunstancias, un enfoque histórico de la relación entre la humanidad y el clima no puede ignorar el momento presente por su singularidad ya que el Cambio Climático se presenta como un ominoso peligro fuera de control. De esta inquietante realidad trata la segunda parte, cuando la humanidad cambia al clima, en la que se analiza el problema actual, su origen, las posibles alternativas para enfrentarlo y el incierto futuro . A pesar del casi unánime consenso científico, público y político sobre la necesidad de mitigar rápidamente el Cambio Climático es poco lo que se está haciendo. La patética realidad es que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que lo causan no solo no disminuyen, sino que aumentan año tras año.
Esa divergencia entre la aparente voluntad colectiva y los hechos concretos obedece a condicionamientos objetivos de muy difícil superación que están conformando una tormenta perfecta. El mayor de estos condicionamientos es que hoy las mayores emisiones de GEI ya no se producen en los países más ricos, sino en los países con ingresos medios y bajos. Las emisiones de los países en desarrollo no solo ya son dos tercios del total, sino que explican todo el crecimiento sostenido de las emisiones globales en lo que va de este siglo. En contraste, las de los paises con altos ingresos declinaron levemente.
Esta diferencia entre ambos grupos de naciones se debe en parte al más rápido crecimiento económico de los países emergentes, pero también a la desmaterialización de la economía en los estadios de desarrollo en que actualmente se encuentran las economías más avanzadas. Esta nueva situación es la mayor causa objetiva que dificulta la reducción global de las emisiones a niveles compatibles con un cambio climático moderado y no demasiado peligroso. Los países en desarrollo necesitan crecer para corregir sus generalizadas situaciones de pobreza y eso va a requerir de más energía y por consiguiente, al menos por ahora, de más emisiones de dióxido de carbono.
A pesar de las reclamos y expectativas sobre una transformación energética, esta llevará tiempo, y mientras tanto no se puede escapar del desagradable dilema entre una sociedad global con menos pobres y un clima sin cambios riesgosos Hasta aquí, el clima con sus vaivenes fue un determinante en el desarrollo, primero genético, y luego social de la humanidad.
Hoy, por el contrario, el clima es el que está siendo modificado; por ahora de manera no intencional, aunque eso puede durar poco. La misma dinámica que ha provocado ese cambio puede impedir la necesaria eliminación de las emisiones netas de GEI y, ante esta circunstancia, impulsar el control deliberado del clima con lo que se ha dado en llamar geoingeniería; en particular, el manejo en la estratosfera de la radiación solar. Primero, sería para paliar en un futuro no muy lejano los efectos nocivos del calentamiento global y después con otros fines, algunos de los cuales apenas podemos sospechar.
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